Existen varios métodos para mejorar la usabilidad de una página web, pero el mejor y el más útil es usando el feedback de los usuarios.
En esencia el proceso consiste en:
Conseguir una muestra de usuarios representativos.
Hacer que estos usuarios usen la web o el producto.
Observar a los usuarios mientras usan la web o el producto.
Si es posible, no hay que esperar a hacer pruebas con usuarios hasta tener un producto completamente acabado, porque en ese punto, el feedback quizás aconseje cambiar aspectos estructurales o que impliquen un coste demasiado elevado.
Lo ideal sería sacar un producto mínimo viable (MVP: Minimum Valuable Product), que cumpla con las funcionalidades básicas, y ponerlo a disposición de los usuarios para poder empezar cuanto antes a obtener un feedback que nos permita iterar y empezar a mejorar y optimizar el producto.
Este proceso de sacar versiones Beta, obtener feedback y volver a iterar es un procedimiento que debería ser utilizado constantemente. Permite reducir, que no eliminar, el riesgo de hacer inversiones donde no son necesarias y además permite seguir evolucionando el producto según el camino que van marcando los usuarios finales del mismo, que son los que van a determinar en última instancia la viabilidad del proyecto.
El primer paso para mejorar la usabilidad consiste en encontrar una cantidad significativa de usuarios para testear el producto.
Es importante señalar que los usuarios deben ser representativos. No es solo una cuestión de cantidad sino de calidad. El usuario al que se le pide testear el producto debe ser “similar» al usuario final del producto. Si por ejemplo la página web estará destinada a usuarios “no iniciados», no sirve de mucho que los usuarios que se encarguen de probar la página web sean miembros del equipo de desarrollo de la misma. Y al revés, si el producto es por ejemplo, un software muy específico, de nada serviría que los usuarios que lo prueban sean no iniciados en este tema.
Permitir que los usuarios utilicen el producto. A poder ser individualmente, sin que puedan pasarse información de unos a otros, intentando que resuelvan por ellos mismos las posibles dudas o inconvenientes que puedan presentarse a lo largo del proceso.
Todo esto evidentemente sin que la persona responsable guíe, ayude o aconseje. Sin dirigir la atención a ninguna parte de la pantalla o hacer comentarios que puedan contaminar la prueba.
Lo ideal además sería que la prueba fuera lo más representativa posible de la situación real final en la que la web o el producto será utilizado.
Es importante pensar que no es lo mismo una página web que será eventualmente utilizada en una situación de “estrés», por ejemplo cuando alguien ha tenido una avería o necesita un contacto con urgencia, que una web que se usa para consumir entretenimiento. En ambos casos la usabilidad es importante, pero en el primero debe ser sin duda una prioridad.
Este proceso es fundamental para iterar y seguir optimizando el producto. Existen herramientas (Google Analytics, Hotjar, etc.) que permiten “ver» como interactúa un usuario con la página web. Hoy en día puede analizarse de manera bastante precisa cualquier evento que tiene lugar en la web, y obtener conclusiones a cerca de la usabilidad del producto.
¿Los usuarios hacen scroll?, ¿Los usuarios interactúan con los CTA’s que se han colocado en la página web?, ¿Llegan a la página de producto?, ¿Cuándo llegan a la página de producto deciden clicar en el botón de comprar?, ¿Cuándo clican en el botón de comprar realmente finalizan la compra?, etc.
Existen multitud de eventos que se pueden controlar gracias a las herramientas que existen hoy en día, y aunque puede ser útil pedir el feedback para que los usuarios den su opinión, es más fiable simplemente ver como actúan. En algunas ocasiones (aunque parezca mentira) los usuarios dicen, o creen una cosa, y hacen otra diferente. El dato que interesa para optimizar la web o producto es el segundo.
Es importante que la página cargue rápido. Si la página está realmente bien diseñada, pero los usuarios clican en el botón de “volver» antes de que la web haya cargado… el trabajo no sirve de nada.
La velocidad de carga es además un factor de posicionamiento en los buscadores y existen herramientas como PageSpeed Insights o GTmetrix que permiten analizar la velocidad de carga de la web y señalan los puntos a mejorar. Optimizar la velocidad de carga de la página web, tanto en la versión desktop como mobile o tablet, es un factor importante para mejorar la usabilidad.
Todos y cada uno de los elementos de la página web deberían funcionar correctamente. Formularios, botones, links, etc. Con el tiempo se añaden productos, contenido, funcionalidades y en ocasiones se pasa por alto el mantenimiento necesario para que todo lo que ya existía siga funcionando correctamente. Rara es la página web con varios años de historia que no tiene links (internos o externos) rotos, una parte del menú de navegación que no funciona correctamente o secciones a demasiados clics de la página principal y muy difíciles de encontrar. Realizar un mantenimiento adecuado para que todo siga funcionando con normalidad es otro factor que permite mejorar la usabilidad web.
Más usuarios que nunca están surfeando internet a través de un móvil. Hay más usuarios accediendo a páginas web con el móvil que con el ordenador y es importante que las versiones para móvil de las páginas web estén bien diseñadas y optimizadas. En el caso de que sea un blog o una web informativa es un poco más simple adaptarla y quizás requiere menos trabajo, pero si la web está diseñada para “ser usada» es importante pensar en todos los factores que pueden influir: botones de compra, menús de navegación, videos, interlinking, etc.
Ya no se puede decir que internet sea algo nuevo. Después de algunos años y cierta experiencia los usuarios ya tienen una idea de dónde encontrar la mayoría de las cosas. Si se colocan los elementos básicos allí donde resulta más lógico que estén y donde la mayoría de los usuarios esperan encontrarlos, la navegación será más fluida, y la usabilidad de la web mejorará.
En sentido contrario, el abuso de publicidad, redirecciones sorpresa, links rotos y elementos sin la separación requerida que dificultan la navegación, son factores que empeoran la usabilidad.
Además es importante ser consistente con el diseño en toda la web. Si los usuarios son recurrentes, o se aspira a que estos utilicen varias páginas del sitio web, es importante que una vez definido el estilo, este sea el mismo en toda la web, para que el usuario se acostumbre y se familiarice lo antes posible.
La paleta de colores de una página web es importante, más allá de la identificación de los colores con la marca y el significado de los mismos. Los colores utilizados y el contraste son importantes para la usabilidad. Estos influyen directamente en la legibilidad y es importante que el mensaje y la información que se desea transmitir lleguen de forma clara y sin que suponga un esfuerzo para el usuario.
Un “dark theme» o una paleta de colores bien pensada son elementos que mejoran la usabilidad de cualquier página web.
La usabilidad evoluciona, no es un atributo que pueda darse por finalizado y olvidarlo durante varios años. Las webs, las funcionalidades disponibles (búsquedas por voz, reconocimiento facial o digital, geolocalización, etc.), las necesidades y hábitos de los usuarios y la cultura digital están en constante cambio, y como consecuencia, las webs y productos digitales deben estarlo también.
La evolución es continua y los usuarios esperan encontrar webs y servicios útiles y fáciles de usar, y estos dos conceptos no significan lo mismo hoy que hace dos años, y no significarán lo mismo dentro de otros dos años.
El proceso constante de testear, recoger el feedback y seguir optimizando es el camino que garantiza la usabilidad y por tanto la viabilidad de cualquier proyecto.
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